Es un texto que invita a la reflexión acerca de la situación del deporte escolar en la actualidad.
"El judo y el deporte educativo, postulan metas más educativas, olvidándose de la visión competitiva y dirigiéndose hacia una visión global del proceso de enseñanza y aprendizaje, donde la motricidad sea el común denominador y el niño protagonista del proceso educativo. Las aptitudes psicomotrices y motrices se desarrollarán en relación con los aspectos cognitivos, afectivos y sociales de su personalidad, situando en el centro del proceso al niño, no al deporte.
El deporte educativo no se puede entender sin un proceso de educación integral. El deporte por sí mismo no es ni bueno ni malo, depende del enfoque que le demos y del uso.
En la escuela los valores fundamentales que desarrolla el deporte es el uso saludable del tiempo libre, la salud, el ocio, la catarsis y entretenimiento intrínseco de la actividad. Pero en el tatami, el judo desarrolla además el respeto por el adversario, las normas, la expresión corporal, y más específicamente: la integración social, la ayuda mutua, el respeto a las reglas, la cortesía, el respeto, el coraje, la sinceridad, la modestia y el control de uno mismo.
Una propuesta educativa debe estar acorde con las directrices del sistema educativo vigente; así como desarrollar los principios motrices básicos que permitan posteriormente el desarrollo de los más complicados.
La educación en valores para que tenga efecto ha de ser consciente por parte de los docentes/entrenadores.Según Gutiérrez (1995) los principales valores que se pueden desarrollar con la práctica deportiva son las actitudes, los valores y las normas. Así el individualismo y la cooperación se suelen reflejar a los 13 años y a los 12 la pugna entre el triunfo y la humildad alcanza su punto álgido. Ante la contraposición entre conductas agresivas frente a la aceptación de las reglas del juego, tanto niños como adolescentes y jóvenes eligen la segunda opción, aunque es una incongruencia con el día a día, sobre todo el del reflejo del deporte profesional; esto podría explicarse por la deseabilidad social, ya que el valor de justicia está socialmente mejor visto.
El deseo de ser reconocido socialmente frente al espíritu de humildad constituyen la pareja de valores contrapuestos que más oscilaciones presentan a lo largo de las diferentes etapas.
Aparece una importante oposición entre la deportividad y la agresividad, destacando positivamente la primera en edades más jóvenes (8-9 años) e invirtiéndose lamentablemente a los 14. La obediencia a la autoridad y la sumisión al líder se van definiendo hacia los 14 años."